Impresión montada (lienzo/madera)

  • - Disponible en dos modelos: montado en madera o montado en lienzo.
  • - La obra de arte que elija, impresa en un lienzo listo para colgar de 4 mm (15/64 ") de espesor con las esquinas cuidadosamente dobladas, para un acabado perfecto.
  • - Se fija a la pared con cintas adhesivas 3M preaplicadas.
  • - El lienzo está montado sobre un grueso soporte de montaje de madera que resalta el trabajo espaciándolo a 2 cm (¾ ") de la pared.
  • - Varios tamaños disponibles

A partir de
29.95 €

Trabajo original

Pareja con pájaros n°02 - 1993
PAS363/7242022

Esta colección consta de 114 dibujos o pinturas sobre tabla, realizados entre 1989 y 1997. Representan, en una multiplicidad de universos oníricos y coloristas, toda una serie de parejas. No siempre es fácil distinguirlas de las de la colección "Personajes suspendidos".

Texto de Jean-Paul Perrenx: "En mi pintura, me gusta rodear, ceñir, trazar, surcar, cavar, arañar. La línea, en la punta del pincel, a lo ancho del pincel, o bajo la punta de un clavo, conforma su itinerario, se coloca en el lugar que yo le doy en relación con mi estado de ánimo de un momento, con mi visión de las cosas, con el estado de ánimo de mis pensamientos de una mañana, de una tarde o de otro día. En mis registros, hay una línea que recorre el lienzo, la que mi mano traza con confianza. Me gusta esta línea. Me satisface porque es como la imagino, como quiero que sea. A menudo dibuja un rostro, ojos, labios y no sé qué más, con la precisión que decide mi ojo, con la destreza de la mano que imagina en el momento. Y luego está la otra versión, la otra versión de las cosas, la otra forma de hacer o no hacer las cosas, porque esta vez la mano vuela y toma la vida del dibujo con despreocupación. En cuanto a mi ojo, pretende mirar a otra parte, mirar fuera, mirar un poco donde quiere. Hablo de la línea torpe. La línea torpe es la que se deja crecer sola. O está enamorada, enamorada de un color, o ha bebido demasiada trementina. Esta línea, y no importa cómo sea el pintor, viaja en el formato sin billete, como polizón. Le da igual el revisor, el jefe de estación, el maestro de lienzo con un lápiz de mina bien cortado. Es un niño en el lienzo y no quiere estar donde se le espera. La mano, mi mano, se vuelve fatalista, aunque sé que puede contar con los dedos, al menos hasta cinco, para dibujar la situación con cara seria. Es como una bicicleta cuando sueltas el manillar. Vas un poco en zigzag, pero sigues tu camino como es debido en estos casos.

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